Eduardo Caraballo, nacido en la Isla, fue detenido por tres días mientras Inmigración determinaba su procedencia, luego de ser arrestado en relación al hurto de un vehículo de motor. A pesar de haber provisto su identificación y certificado de nacimiento, los agentes federales no le creyeron que era ciudadano americano, y amenazaron con deportarlo a la «República de Puerto Rico», otorgándole así a la Isla un título que el mismísimo Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) no ha podido conseguir en toda sus décadas de lucha.
«Yo soy marroncito y hablo español, así que por ende soy ilegal: ¡depórtenme pa’ México ahoritita mismo, antes de que regrese el invierno!», gritó desesperado un boricua residente en Chicago tratando de llamar la atención de un grupo de policías estatales. «Soy del área de Cancún, específicamente de la isla de Cozumel, pa’ que sepan a dónde me deben deportar», aclaró. El alegado ilegal desenfundó un certificado de nacimiento puertorriqueño como prueba de su engaño: «¡Miren esta porquería de documento que parece que lo hice en el Kinko’s de la esquina! ¿Qué mejor prueba que crucé la frontera para escapar la miseria de todos esos all-included resorts con playas prístinas de arena blanca y agua cristalina? ¡Regrésenme pa’llá, que eso es lo que merezco, güey!», imploró, mientras se untaba protector solar en preparación al doloroso viaje de regreso.