«Sé que quizás les suene extraño», admitió el reverendo Ángel Ramón Acevedo, «pero nuestro Señor sabía que esto iba a suceder, y por eso el mandamiento número once, uno de los menos conocidos pero no por ello menos importante, nos instruye a no piratear — ¡al menos música cristiana!». El también cantante de música sacra y autor de mega-éxitos como «Señor, Guía Mi Pisicorre» y «Jesús Hace Milagros (Pero No Lava Carros)» instó a la juventud cristiana a «no comprar música como la mía en pulgueros, a menos que estén buscando provocar la ira de Jehová… ¡o al menos la de mis abogados!».
Al preguntarle por qué ningún líder religioso se había molestado en criticar la piratería antes, si siempre existió este mandamiento prohibiéndola, el cantante / hombre de Dios explicó: «Bueno, es que entiendo que el mandamiento se refiere solo a la música cristiana, porque le tumba el kiosko a gente pía como nosotros… ¡mientras que la piratería de música laica solo castiga económicamente a los herejes que se la pasan
cantando de las cochinadas que quieren hacerle a sus ‘gatas’, y a las rameras que no saben cantar de otra cosa que no sea de la voluptuosidad de sus suntuosos cuerpos!».