Ciudad de Nueva York, Nueva York – Siempre prestos a hacer de tripas corazón, miles de boricuas aprovecharon el paso de la tormenta Irene para que sus vientos llevaran paquetes repletos de encargos para sus familiares en Nueva York.
Irene, la tormenta tropical que azotó la Isla la semana pasada (afectando viviendas, carreteras y la habilidad de miles de puertorriqueños de ver La Comay) seguiría su rumbo hacia los estados del noreste, entre estos Nueva York. Muchos boricuas vieron esto como una oportunidad dorada para enviarle encargos a sus familiares y amigos en la Gran Manzana, «sin tener que pagar un ojo de la cara en franqueo — ¡y ciertamente la tormenta no puede estropear nuestros paquetes más que el mismo correo!».
«Si la trapo de tormenta esta va a hacer que yo esté una semana sin agua, sin luz y peor aún, sin cable, al menos la voy a aprovechar para que me lleve unas cositas que me encargó mi tía Luli que vive en los nuevayores», expicó doña Victoria Martínez, una de las personas afectadas por el paso del ahora huracán. «Si los vientos de Irene fueron capaces de llevarse todo mi juego de patio, ¡más vale que sean capaces también de llevarse esa caja llena de pasteles congela’os, galletas Rovira Export Soda y salchichas Carmela directo al Bronx!».
Los millones de puertorriqueños en Nueva York, aunque apreciaron la gesta de sus familiares de aprovechar la tormenta para de hacerles llegar «todo eso things que acá no tenemo, you know?«, manifestaron que preferirían no tener que bregar con huracanes, punto. «¿Primero un earthquake y ahora un hurricane?», se preguntó Paca Ramos, habitante de Brooklyn, refiriéndose al temblor de 5.8 grados que se sintió la semana pasada en la ciudad. «Si voy a tener que live con todo ese bullshit, y pa’ colmo estar surrounded de tanto crimen, ¡pa’ eso me move pa’ la Isla de nuevo!».
Por su parte, el huracán Irene expresó estar molesta que «todos esos puertorriqueños jaibas me usaron como si fuera UPS marca caravelita para cargar con todos sus Puerto Rican Samsonites repletos de víveres. ¡Dejen que vean los maguyados que llegaron esos plátanos y esos quesitos a sus familiares, que no van a volver a ponerse con estas payasadas nunca más!».