La evidencia de la mezquindad del presidente senatorial se hizo evidente cuando amenazó con destinar la aportación gubernamental del Museo de Arte de Ponce (MAP) al Hospital Oncológico con tal de «castigar a los Ferré Rangel por estar sacándole los trapitos sucios a mis amigos corrup– malentendidos», según explicó él mismo. «Si tengo que rebajarme a darle esos chavos a un hospital donde curan gente con cáncer, lo haré –aunque acá entre nos, eso de ayudar a quien lo necesita esté fuera de mi carácter. Es hora que esos Ferré Rangel se enteren que mi venganza no tiene límite, y cuando yo me vengo, ¡hay que dejarme el canto!», aseguró con una guiñada zalamera.
Al enterarse de la amenaza de Rivera Schatz, María Luisa Ferré Rangel, editora de El Nuevo Día y presidenta de la Junta de Síndicos de la fundación que administra el MAP, escribió un tajante y enovariado editorial en el cual tronó contra el presidente senatorial y le dijo hasta del mal que iba a morir («asfixia auto-erótica», dicho sea de paso). «Mi abuelo, Don Luis A. Ferré, le siguió la corriente a su amigo del alma Nelson Rockefeller y fundó este museo como patrimonio no solo para Puerto Rico, sino para la humanidad», explicó con emoción la editora. «Defenderé como leona en celo la continua supervivencia del MAP, del mismo modo que seguramente los descendientes de Nelson Rockefeller (panita de mi abuelo) defienden su legado», añadiendo, «¿Les llegué a decir que Abuelo conocía a Rockefeller?».
Por su parte, Rivera Schatz intimó que su plan es perfecto porque «cualquiera que me critique tendrá que explicar por qué unas pinturas del año de las guácaras son más importantes que los pacientes de cáncer: ¡y el único que sería así de desalmado soy yo!». El presidente senatorial adelantó que seguirá haciendo lo mismo año tras año, dándole el dinero del MAP a diferentes instituciones benéficas, «desde el Hospital Oncológico hasta el Instituto del SIDA… bueno, ¡no, a ese no, porque eso podría accidentalmente beneficiar a unos de esos gays torcidos!».