«Me sorprendió agradablemente cuánta gente ha sido receptiva a nuestra propuesta de limitar el derecho a la fianza», declaró orgullosamente el gobernador Luis Fortuño, referiéndose a la consulta electoral del 19 de agosto. «Si esto fuera cualquier otro lugar, nos hubieran mandado a buen sitio por sugerir el restringir un derecho constitucional sin promesa alguna que rinda el efecto prometido — pero aquí la gente está tan desesperada por cualquier alivio a la ola criminal, que cualquier totonada sin sentido suena como un buen plan. Y ya ustedes saben: ¡mejor es hacer algo aunque no sirva pa’ tres carajos que no hacer na’!».
El Gobernador prometió que no estará satisfecho con simplemente «meter de cabeza a la cárcel a los ciudadanos acusados de asesinato», sino que su administración propondrá otras soluciones igual de improbables para atajar el problema de la criminalidad. «Exploraremos todas las mangas existentes y no descansaremos hasta haber considerado derogar todos los derechos constitucionales habidos y por haber», prometió el primer mandatario. «Cualquier idea, no importa cuán insólita, será sopesada: ya sea imponer un toque de queda a partir de las tres de la tarde; patrullar los aires en dirigibles de helio; o incluso instalar un microchip con GPS en la cabeza de to’ el mundo. ¡Ninguna solución es demasiado inaudita!». Sin embargo, Fortuño trazó la línea antes de entrenar mejor a los agentes policiacos; concederle un mejor presupuesto al Departamento de Educación; y despenalizar la droga y tratar la adicción como un problema médico: «¡Hasta ahí llegamos!», exclamó tajantemente.
Héctor Pesquera, Superintendente de la Policía, salió a la defensa de la enmienda propuesta: «Lo que se está contemplando no es eliminar el derecho a la fianza, sino limitarlo en casos de asesinato que cumplan con ciertas características«, explicó. «Recuerden que ningún derecho es absoluto, ni siquiera la libertad de expresión: y si no me crees, llama a la Casa Blanca y amenaza al presidente de los Estados Unidos, o ponte a protestar al frente de la Universidad de Puerto Rico para que me cuentes entre macanazos cuán libre fue tu expresión. El punto es que ya estamos acostumbrados a tener derechos civiles limitados en sacrificio a otro bien social –por más ilusorio que sea: ¿qué diferencia hace otro más? Y para que el Gobierno nos quite los derechos a la brava, mejor es que se los entreguemos voluntariamente, ¿no creen?», preguntó el Superintendente con un leve tono amenazante.
«Y ya que estamos en las de limitar derechos civiles», prosiguió, «¿qué tal si le damos a la Uniformada el derecho ilimitado de detener preventivamente a cualquier persona con ‘aspecto o comportamiento sospechoso’? Claro, no pondremos explícitamente ‘que tenga cara de dominicano’, porque rápido vendría la gente a lloriquear, ¡pero a buen entendedor, pocas palabras bastan!», aseguró con una guiñada de complicidad. Al preguntar qué estadísticas tiene para sustentar la reprochable implicación de que muchos criminales son dominicanos, el Superintendente replicó: «¿’Estadísticas’? ¡Pues, las mismas estadísticas que tenemos de que limitar el derecho a la fianza bajará la criminalidad! Además, ya ustedes saben que si lo que se necesita son cifras truqueadas que digan lo que sea necesario, ¡de eso nos encargamos nosotros!».
Por su parte, la Presidenta de la Cámara de Representantes, Jenniffer González, se unió al coro de voces que piden más «soluciones mágicas» como la de la limitación del derecho a la fianza para «echar el país pa’lante», y tildó de «defensor de asesinos» a todo aquel que ose votar en contra de la enmienda propuesta. Al preguntarle qué tanto efecto en la tasa de criminalidad podría tener la limitación a la fianza si el primer problema es que la Policía apenas esclarece los crímenes, González explotó: «Oye, pero, ¿qué parte de ‘solución mágica’ no entendieron ustedes? ¡No vengan a ponérseme majaderos ahora, pidiendo ‘datos’ o ‘lógica’ antes de entregar sus derechos constitucionales! ¿Qué clase de boricuas son ustedes? ¡Se supone que solo les baste con que el líder de su partido les diga cómo votar, y San Seacabó!».