Aunque los fantasmas no tienen reparo en halarle las patas a la gente mientras duerme, aparecérsele a doñitas beatas para provocarles patatús, o trabajar en oficinas gubernamentales, admitieron sentir temor de encontrarse con algún truhán en algún callejón oscuro: «¿Flotar incorpóreamente yo por las calles de Puerto Rico de noche? ¿’Tás tú loco? Eso yo no lo haría ni de vivo ni de muerto. ¡Imagínate tú que venga un caco y me robe hasta el alma¡ ¡Eso es lo único que me queda!».
El espectro que muchos han visto merodeando en la Garita del Diablo, por ejemplo, explicó: «De esta garita hedionda a mea’o y abandono no me sacan ni pa’ los pastores. Prefiero mil veces tener que soportar por toda la eternidad las necedades de los títeres de barrio que visitan El Morro que aparecerme por las calles del Viejo San Juan una noche como hoy. Si los criminales hoy día no tienen respeto alguno por la vida, ¿cuánto menos respeto tendrán por la muerte?».
La Policía de Puerto Rico, por su parte, avaló la decisión de la clase espectral boricua de permanecer en sus moradas esta noche de Halloween: «Con lo incapaces que somos de prevenir asesinatos, ya bastante muertos habrá por las calles esta noche: ¡no necesitamos más difuntos por ahí que nos fastidien aún más las estadísticas!».