El organizador de la actividad, el pastor Jorge Raschke, no aprovechó la concurrencia de tantos creyentes para predicar el amor al prójimo o la caridad para con los menos fortunados, «porque lo mío no es hablar de esas blandenguerías de liberal llorón — ¡lo mío es pedirle al Señor que mande fuego!». En efecto, Raschke aprovechó el púlpito para despotricar contra las ínfimas medidas de equidad que a duras penas consiguió aprobar el actual gobierno, asegurando que «si Dios hubiera querido que todos fuéramos tratados iguales ante la sociedad y ante la ley, seguramente hubiera dicho algo al respecto en la Biblia, y en la mía al menos no dice nada al respecto –¡bueno, al menos desde que me dediqué a hacer tachaduras sensatas en los pasajes que no me gustaban!».
Raschke llegó incluso a exhortar al comisionado residente Pedro Pierluisi a que saliera del clóset (seguramente porque para el reverendo no hay peor insulto que insinuar que alguien es homosexual) y llegó incluso a compararlo con el gobernador Alejandro García Padilla, concluyendo que entre ellos no hay diferencia alguna (una imputación que, en efecto, es el peor insulto que pudo haberle proferido). «A todos aquellos que aboguen, aunque sea del modo más minúsculo, porque a los gays no se les trate como la mierda que son, yo los pintaré con la misma brocha. Claro que para poder hacer eso tendré que conseguirme cientos de pailas de pintura, porque ellos cada día son más y nosotros cada día somos menos. No importa: yo seguiré luchando, así sea yo el último viejo retrógrado con posturas decimonónicas que siga con la cantaleta de discriminar legalmente contra una minoría simplemente porque mi mago celestial invisible me lo exige. Y si algo sé yo perfectamente bien es que mi Dios tiene exactamente los mismos prejuicios que yo y que detesta las mismas cosas que yo detesto… ¿y no es eso suficiente para enjorquetarle mis creencias a toda la ciudadanía?», preguntó retóricamente, para evitar que alguien le contestara.
Por su parte, Dios aseguró sí haber escuchado el clamor del reverendo Raschke y los otros fieles allí reunidos, pero les hizo caso omiso en ese momento porque «eso fue en Labor Day y Yo Me había ido de güikén largo». Sin embargo, el Creador prometió que eventualmente sí contestó las plegarias de los creyentes: «¿Por qué creen que embotellé toda Mi furia contra Puerto Rico y les envié la tormenta tropical Gabrielle para que hiciera escante? Sí, sé que no es lo mismo que ‘mandar fuego’ como Me pidieron textualmente, pero es Mi prerrogativa no ser tan literal». Al preguntarle al Todopoderoso que cómo podría ser la tormenta Gabrielle una muestra de Su ira, si esta fue recientemente degradada a depresión tropical, Él respondió «¡Exactamente!» con una guiñada de complicidad.