La Reforma Laboral cuenta con diversas medidas concebidas para facilitarle la vida económicamente a los patronos e incentivarlos a crear más empleos (o a simplemente quedarse con el mismo número de empleados, pero embolsillarse más ganancias –¡solo el tiempo podrá dilucidar este irresoluble misterio!). Entre el momento en que se radicó en la Legislatura y el día en que fue convertida en ley solo pasaron nueve días, y a pesar de afectar a millones de trabajadores y patronos alrededor de la Isla, solo tuvo dos días de vistas públicas, «porque eso de pasar semanas deliberando cuidadosamente un asunto es para administraciones con una legislatura de oposición que no está en las de hacerle los mandados al gobernador».
La abarcadora legislación, sin embargo, no intentó codificar la regulación de «aquellos puertorriqueños que hacen de ‘no dar un tajo ni en defensa propia’ el único contenido de sus resumés». «Siempre me he preguntado», confesó Rosselló, «¿qué hacen todo el día nuestros vagonetas de profesión? ¿Simplemente lo que les dé la gana? Pues no, esa guachafita se les acabó, y es ya. ¡No más pasársela todo el día jugando dominó en la plaza pública! ¡Nada de irse a tomar una siestecita bajo un palmar en el Ocean Park! ¡Cero maratones de Law & Order: SVU en casa de la abuela! Bajo mi administración, ¡hasta no hacer nada costará trabajo!».
En efecto, la Ley De Cesación de Guames al Sector Holgazanal, apodada la Reforma Vagoral, estipula un sinnúmero de restricciones, entre estas: no poder pasar más de cuatro (4) horas consecutivas haciendo binge-watching en Netflix o jugando Call of Duty; no poder visitar más de tres (3) chinchorros o tres (3) lechoneras en el mismo día; y no poder quedarse en el biuti más de cuatro (4) horas para ver quién viene a pintarse las canas. La ley dispone de fuertes sanciones a aquellos «peritos hacedores de nada» que violen los reglamentos, aunque «el castigo mayor que podría imponérsele a quien viole las estipulaciones será encontrarle uno de los millones de trabajos que generará la Ley Laboral», aseveró Rosselló adorablemente.