«¡Ganamos! ¡Noventa y siete por ciento!», se lució el gobernador Ricky Rosselló, refiriéndose a la recién celebrada consulta sobre el estatus. «Lo que tengo que averiguar es de dónde salieron esos majaderos 3% que nos dañaron el cope que íbamos a dar, si los populares y pipiolos le hubieran hecho caso a sus respectivas colectividades y hubieran boicoteado el plebiscito como nosotros queríamos. Énigüei, esto fue una zurra que pa’ qué te cuento: cuando el Congreso federal vea estos resultados, ¡no me cabe la menor duda de que dejarán todo lo que tenían planeado para inmediatamente admitir a Puerto Rico como el quincuagésimo primero estado de la Unión!», aseguró Rosselló, maravillando a la concurrencia con su dominio de los números ordinales, mientras se acomodaba en una butaquita forrada en cuero que se compró con 50% de descuento en Mueblerías Vázquez.
Similarmente opinó Jenniffer González, la actual Comisionada Residente: «Desde el aterciopelado love seat aquí en mi oficina en Washington, D.C. aguardaré pacientemente a que alguno de mis colegas aquí en el Congreso formule un proyecto de ley para admitirnos como estado», prometió, mientras el portavoz de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, metió la cabeza para amonestar a González de que no vuelva a referirse a los verdaderos legisladores con voz y voto como sus «colegas». «Si hay algo que sé es que a este congreso le importan mucho los latinos: ¡no pasa un día que no hablen de ‘cómo bregar con el problema de los marroncitos hispanoparlantes que quieren adentrarse en nuestra sociedad’, por lo cual presumo se refieren a los boricuas que luchamos por la estadidad. ¡El estado 51 está a la vuelta de la esquina!», exclamó, mientras se ponía una almohadita en la espalda baja, porque de tanto esperar ya se le estaban adormeciendo las nalgas.
Omar Fernández, relacionista público de Mueblerías Vázquez, indicó que sus descuentos en «sillas con cómodos espaldares y apoyo lumbar» y «acojinadas butacas con cup-holder y to’a la pendejá'» van del 25 al 50% y que están disponibles «a cualquier persona que ansíe la estadidad y busque un lugar cómodo donde sentarse a esperar a que la administración republicana más racista de la época moderna formalice la anexión de un territorio lleno de hispanos muertos de hambre y con las manos extendidas pidiendo cacao». Al preguntarle a Fernández cómo harán para saber si los que soliciten este descuento son verdaderamente estadistas o no, este replicó: «Fácil: les pediremos que hablen inglés, y si no pueden, ¡cualifican!».