«Cuando abrí la puerta de ese cuarto que se veía abandonado», declaró Sebastián Ayala, el conserje de la casa de leyes quien hiciera el descubrimiento, «jamás me imaginé que iba a toparme con literalmente docenas de políticos honestos y competentes de toda estirpe, edad y afiliación política. Y son tantos que sin duda darían para llenar por décadas el Senado, la Cámara de Representantes, y decenas de agencias gubernamentales de hombres y mujeres desinteresados, ajenos a los amiguismos y adecuados para sus puestos. ¡Las personas indicadas para liderar el país existen, pero estaban to’as guardá’s en una maloliente bóveda subterránea sin ni siquiera una ventanita pa’ fuera o –peor aún– sin señal de celular o acceso a internet! ¡Inhumano!».
La gobernadora Wanda Vázquez primero aseguró no saber nada de los políticos hacinados en una bodega del Capitolio, pero luego de mostrársele evidencia de documentos firmados por ella en sangre y en triplicado, ella respondió: «Sí, claro que yo lo sabía, y lo sabía todo el mundo, ¡jelou! ¿Quién no está enterado de que las únicas personas capaces, honradas y éticas que podrían gobernar la Isla competentemente y sacarnos de este joyanco, están metí’as en algún hueco oscuro, y completamente removidas del proceso político? Y ahora permítanme arrancar pa’l aeropuerto y alejarme por algunos diítas, antes de que David Begnaud venga de nuevo a pedirme una entrevista, porque las preguntas de él son demasiado incisivas, demasiado comprometedoras, y demasiado en inglés».
Los políticos, cuyos nombres ni nos molestaremos en mencionar porque nadie los reconocería de todos modos, agradecieron el haber sido rescatados de su cautiverio , y adelantaron que ansían poder participar en los venideros comicios de la Isla. Sin embargo, confiesan no tener muchas esperanzas de salir electos, «porque si algo ha demostrado el electorado puertorriqueño es que le gusta votar por los mismos de siempre para poder quejarse de que hacen las mismas barbaridades de siempre».