«¡Chacho, yo allá abajo no voy ni a buscar billetes!», prometió San Nicolás desde una distancia segura, refiriéndose a la miasma viral que es hoy día el planeta Tierra. «Mi trabajo será traerle regalos a los niñitos cristianos buenos cuyos padres tienen chavos para gastar en juguetes, pero nada en mi contrato me exige poner mi vida en peligro exponiéndome a un virus respiratorio, ¡y mucho menos a mi edad! Si no fuera por ese salpafuera que tienen ustedes los mortales porque no saben quedarse quietecitos en sus casas, usar mascarillas y no estar siempre trepa’os unos encima de los otros, quizás me hubiera atrevido, pero como está el COVID que hace orilla… ¡chacho, ni loco!».
La renuencia de Papá Noel a cuidadosamente depositar los obsequios alrededor del árbol de Navidad se hizo patente esta mañana, cuando millones de personas descubrieron al despertarse que todos sus regalos estaban hechos añicos en una pila en el patio de la casa. «¿Esto… esto es mi Nintendo Switch?», preguntó incrédulo Jaimito Narváez, un niño de doce años, apuntando a un pequeño montoncito de plástico roto que estaba en la terraza de su patio trasero. «Mamá, ¿acaso he sido malo este año?», inquirió con incipientes lágrimas en los ojos. «Fue por todo el porno que vi en la laptop de Papi cuando ustedes no estaban pendientes, ¿verdad? ¿O fue porque dije que ‘The Mandalorian’ estaba over-rated…?».
San Nicolás adelantó que, gracias a las vacunas contra el COVID-19 que están empezando a distribuirse, espera que el año que viene él pueda volver a brindar «el mismo esmerado servicio a domicilio que la gente espera de mí (a pesar de que nadie me paga, ¿vi’te?). Digo, sí me dan galletitas y leche –aunque esos son los gringuitos, ¡porque en Puerto Rico no me dan ni un vasito de agua!».
Por el momento, sin embargo, aclaró que cualquier persona que tenga una queja sobre cualquier daño que hayan sufrido sus regalos puede llamar al Departamento de Servicio a Cliente del Polo Norte, «donde nuestros serviciales duendes responderán sus llamadas, los escucharán atentamente, y, tras colgar la llamada, se reirán de ustedes por ser unas Karens que creen poder exigir compensación monetaria por algo que les regaló un ente mágico».