O’Neill ha sido acusado de hostigar sexualmente a varias empleadas municipales, razón por la cual miembros de su partido, miembros de la oposición, y prácticamente cualquier persona decente, le han pedido que renuncie a su cargo. Luego de meses de pasarse dichas peticiones por donde no le da el sol, O’Neill finalmente sometió su carta de renuncia, añadiendo: «¡Al cabo que ni quería!». Dadas sus cualificaciones, sin embargo, al exalcalde se le ocurrió que podría seguir su carrera de servicio público asumiendo el puesto del «enfermito del pueblo», plaza que ha quedado vacante desde el fallecimiento de Luis «Tito Bellaquito» Ramírez. «¡Este guiso sí que me lo merezco!», aseguró O’Neill, adelantando que su apodo pueblerino será «El Pulpo Sobetón».
Las funciones del «enfermito del pueblo» son varias, a saber: 1) pasarse el día entero en la plaza, medio ajuma’íto; 2) ligarse descaradamente a cualquier mujer que le pase en frente; 3) lanzar piropos que rebasen todo límite de la decencia y el buen gusto. «Yo llevo adiestrándome para este trabajo por par de décadas… ¡básicamente todo el tiempo que debí haber estado administrando el municipio de Guaynabo en vez de incomodar a mis subalternas con acercamientos sexuales indeseados! Además, mis piropos son la hostia; gemitas como: ‘Nena, ¡enséñame una, que yo me imagino la otra!’ y ‘Mamita, ¡dime quién es tu ginecólogo, pa’ ir a chuparle los dedos!’. O sea, ¿estar todo el día diciendo fresquerías y faltándole el respeto a cualquier mujer que me ice la bandera? ¡Esto es lo que debí haber estado haciendo por los último veinte años!».