San Juan, Puerto Rico – En un intento finalmente infructuoso de energizar sus dos campañas, los candidatos a la gobernación por el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y Puertorriqueños Por Puerto Rico (PPR), Edwin Irizarry Mora y Rogelio Figueroa, respectivamente, tuvieron un debate bipartita a las doce del mediodía en el McDonald’s de la Avenida Roosevelt. A pesar de ser éste un establecimiento altamente frecuentado durante la hora de almuerzo, casi ninguno de los comensales le prestó atención a los dos políticos enfrascados en su irrelevante debate.
Veinte minutos antes del debate, se podía respirar la anticipación en el McDonald’s de la Avenida Roosevelt
Los candidatos de los partidos de minoría en la Isla fueron los únicos que participaron en el debate impromptu que se celebró en el McDonald’s de la Avenida Roosevelt. El propósito del mitin político era el de «exponer puntos de vista diferentes a los de los partidos de mayoría sobre cómo mejorar la calidad de vida del puertorriqueño promedio, y llevar este mensaje directamente al Pueblo», aunque lo único que logró con éxito fue incomodar a los comensales del restaurante. Dado que el debate fue estilo «reunión de pueblo», el formato fue bastante laxo y se llevó a cabo sin moderación (parcialmente porque ninguno de los dos candidatos pudo hallar a un tercero interesado en fungir como moderador): también se llevó a cabo sin público espectador, porque aunque ambos candidatos hablaron sobre sus planes de gobierno y sus puntos de vista sobre cómo resolver el problema del estatus y la paupérrima situación económica que atraviesa la Isla, sus doctas opiniones cayeron sobre oídos sordos.
«Yo lo que vine aquí fue a pedir un Big Mac y unos chicken McNuggets de a ocho, no a escuchar a dos tipos que ni conozco hablar de política», opinó un joven universitario que prefirió no identificarse. «¡Aunque si su plataforma tuviera que ver con agrandar mi orden de papas de gratis, ahí sí que prestaría atención!». La opinión del joven parece haber sido compartida por los otros clientes del establecimiento, quienes solamente se concentraron en su comida e hicieron caso omiso al mitin político que estaba teniendo lugar en el local. «Ay, bendito», se quejó otra muchacha, «¡si yo hubiera querido oír a dos viejos chochos politiquear y hablar de cosas que no me importan en vez de comer tranquila, me hubiera ido a almorzar a casa de Abuela!».
«Yo entiendo por qué tanta gente viene a comer a McDonald’s, a pesar de que lo que venden aquí sólo se considera comida usando la definición más generosa del término», opinó Irizarry Mora, el candidato de turno a la gobernación por el PIP. «Yo sé que hay que buscar los lugares más económicos para comer porque las cosas están color de hormiga brava (¡no en balde tengo un Doctorado en Economía!). Sin embargo, encuentro absolutamente inaudita la total apatía del electorado puertorriqueño a exponerse a otro tipo de candidato: la razón por la cual el Ingeniero Figueroa y este servidor escogimos debatir en este establecimiento fue precisamente para traer nuestro mensaje de opciones alternativas directamente a donde está la gente… ¡pero aquí lo que nos dieron fue un tremendo McFoquetazo!».
Una niñitos americanos de vacaciones con sus padres observaba con curiosidad el debate; «Don’t stare at the natives, baby«, amonestó la madre a su retoño
«Éste es mi restaurante favorito», confesó Rogelio Figueroa, el primer y último candidato para el cargo de gobernador por el nuevo y seguramente efímero partido Puertorriqueños Por Puerto Rico. «Es un lugar tranquilo, la comida es excelente, y las cucarachas tienen la cortesía de esconderse durante el día: es por eso que convencí a Edwin de que, si íbamos a tener un debate entre el Pueblo, que tendría que ser en este McDonald’s, donde se respira aire de pueblo, además de manteca vieja (¡pero deliciosa!)». Figueroa, quien, además de un cuestionable paladar gastronómico, cuenta con una Maestría en Ingeniería Química, manifestó sentirse «defraudado» de que los clientes del restaurante no sólo ignoraran el debate político de altura, sino que algunos incluso los mandaran a callar y les gritaran improperios: «Lo de que nos calláramos la boca y los dejáramos comer en paz, lo puedo entender», concedió Figueroa tratando de disimular el llanto, «¡pero eso de que me llamaran ‘muerto‘ y que me dijeran que me fuera porque ellos no querían comprar bolsas CREA, eso sí que estuvo de más!».
¿Pues qué esperan? Si no invitan ni a Rogelio ni a Edwin a debatir a Notiuno, pues tienen que acabar en McDonald’s
Sin embargo, el candente debate (porque el aire acondicionado estaba dañado) finalizó repentinamente cuando el gerente del establecimiento los expulsó del local al creer que se trataba de dos deambulantes esloquilla’os: «¿Cómo? ¿Que esos dos son candidatos a gobernador de verdad? Bueno, es que lo que estaban hablando era de molinos de viento o algo así, y pues, pensé que era que uno de ellos se creía el Quijote y el otro Sancho Panza», explicó el gerente. «Además, algunos clientes se quejaron de que los locos esos se pusieron a hablar sobre gases naturales y de cómo la gente necesitaba un gasoducto limpio. Por Dios, ¿pero qué clase de temas son ésos en medio del almuerzo? ¿Acaso insinúan que la comida de McDonald’s tapa los gasoductos de alguien? Nuestra comida se prepara con los más frescos ingredientes y siguiendo los más estrictos parámetros de salubridad del Gobierno. ¡Habrase visto! ¡De eso que se vayan a hablar a Burger King o a Taco Maker!», reclamó indignado el gerente.