Dicha ley dispone que «toda aquella persona que hubiere inmigrado a los Estados Unidos, o cuyos antepasados hubieran inmigrado a los Estados Unidos, deberá regresar a su país de origen en no más de una (1) semana». Según portavoces del Partido Republicano, la idea detrás de la legislación era «hacer que todos esos malditos inmigrantes que han asediado a nuestra gran nación con su tez oscura y peste a especias se largaran pa’l carajo», pero tuvo la consecuencia no prevista de obligar a prácticamente todos los ciudadanos americanos de regresar a algún país del Viejo Mundo, de África, o del Medio Oriente. «Esto me pasa por no haber leído el proyecto de ley antes de votar ciegamente por él simplemente porque así me lo ordenó el Alto Mando del Partido», se lamentó el senador republicano Saxby Chambliss, de Georgia, quien fuera deportado a la Francia de sus antepasados.
La ley también afectó a la aguerrida gobernadora de Arizona, Jan Brewer, quien ha sido criticada por firmar una ley de inmigración estatal que obliga a los policías a investigar personas quienes ellos «sospechen» de ser ilegales (sin duda asesorados por sus «Mexican-dars«). «Cuando escuché sobre esta ley, me alegré», explicó Brewer desde su choza a las orillas del río Rin en Alemania, «porque si el gobierno federal obligaba a todos estos inmigrantes majaderos a regresar a su país de origen ya mi estado podía deshacerse de esta ley de inmigración que tanta jaqueca me ha causado. Más importante, ya no tendría que vivir con el temor de ser acuchillada por mi jardinero, o mi cocinera, o mi chofer, o mi mucama, o mi niñera, o mi amante secreto, Paco. Aunque terminé siendo deportada yo misma a mi país de origen, estoy contenta viviendo aquí entre tanta gente blanquita y de ojos claros, cuyo único defecto es que no haban inglés. Sin embargo, creo que estaré a gusto aquí: Deutschland über Alles!», exclamó la gobernadora republicana, levantándole una enorme jarra de cerveza a su drinking buddy alemán.
«¡To’ El Mundo Pa’ Su Casa!» logró aprobarse en el Congreso estadounidense a pesar de que el Partido Demócrata, que al menos teóricamente es el que está defendiendo la población de inmigrantes, aún tiene la mayoría en ambas cámaras del cuerpo legislativo. «Esto demuestra lo que siempre he dicho», se lamentó Howard Dean, ex presidente del Partido Demócrata, «que somos unos foquin ñemos quienes nos dejamos comer las nalgas como si fuera un deporte olímpico. ¿Cómo permitimos que los Republicanos ganaran esta victoria legislativa? ¿Qué, estamos ensayando desde ahora cómo serán las cosas a partir de la derrota electoral que indudablemente sufriremos en noviembre? ¡Por Dios, como si tuviéramos que practicar lo que es una buena comida de culo!», gritó Dean desaforado, mientras sus compatriotas irlandeses lo miraban con rareza.
La mal redactada ley forzó al 99% de la población estadounidense a regresar a su país de origen, dejando atrás solamente a los descendientes de la población indígena que sobrevivieron matanzas, hacinamiento y alcoholismo. El jefe chéroqui Penacho Rojo celebró la retirada de «esos carapálidas frescos que luego que nos arrebataron nuestras tierras tuvieron el descaro de molestarse que unos caraoscuras vinieran a hacerle lo mismo a ellos. U-tso-se-di, tla?«, declaró jubiloso, usando una frase chéroqui que podría traducirse como: «Karma’s a bitch, ain’t it?«. Sin embargo, mirando a sus alrededores sembrados en cemento, el jefe indígena también se lamentó: «Sin embargo, ahora con praderas yermas sin búfalos que cazar, ríos contaminados sin peces que pescar, y suburbios vacíos sin apostadores empedernidos quienes engatusar en nuestros casinos, no sé qué será de nosotros… ¡al menos antes de irse, estos carapálidas nos dejaron aquí unas sabanitas de lo más chuchin para que pasemos bien las frías noches desérticas!».