Charlie Hazzard, uno de los trabajadores del pozo que perecieron en el siniestro, se le apareció al aguerrido CEO de BP para decirle que, «si no es mucha molestia», a él también le gustaría que le regresaran su vida. «O sea, entiendo que ser el cabecilla de una compañía que de ahora en adelante será sinónimo de ‘metí’a de pata’ y ‘desastre ecológico’ debe ser tremendo bad trip«, aclaró la imagen espectral de Hazzard, «pero estar muerto tampoco es pellizco ‘e ñoco, ¿vite?». El fantasma de Jane Howerton, una científica que también estaba trabajando en la plataforma petrolera cuando ocurrió la explosión, añadió: «Me siento muy mal por usted, señor Hayward: ciertamente eso de ser un multimillonario que tiene que contestar preguntas embarazosas debe ser sumamente incómodo. Sin embargo, al fin del día no creo que sea tan malo ¡si eso implica que usted todavía está vivo!».
Sobresaltado por las imágenes fantasmagóricas, Hayward rápidamente quiso aclarar sus declaraciones. «Obviamente no pretendo de ninguna manera menospreciar la terrible tragedia que acaeció el 20 de abril donde ustedes, tristemente, perdieron la vida», se disculpó, mientras los accionistas de BP tratan de amordazarlo para evitar que siguiera hablando e inevitablemente volviera a meter la pata. «Lo que quise decir es que luego del gran desaire que ha sido este derrame, y de sufrir el bochorno de responder por las acciones de mi compañía, diría que sería mil veces mejor estar muerto», a lo que miles de residentes del área del Golfo cuyas vidas quedaron arruinadas por el derrame le aseguraron a Hayward que «si prefieres estar muerto, eso se arregla bien facilito, papi».