«¿Cómo es? ¿Que le metieron venticuatro puñalá’s a Arriaga a la una de la mañana?», preguntó Enrique Santiago, natural de Río Piedras y criminólogo práctico. «¡Ja! ¡Eso le pasa por tecato! Es que con esa cara…». Al aclararle que no había sido reportado que el motivo de la agresión haya sido narcotráfico, Santiago contestó punzantemente: «¿Y qué otra cosa iba a estar haciendo en una recóndita carretera de camino a Barranquitas a la una de la madrugada? Y no me vengas con el cuento de que el tecato este vivía en Barranquitas, o con que salió de trabajar a esa hora. ¡Es un tecato, dije!».
Sin embargo, las opiniones entre los expertos variaron considerablemente. Algunos peritos defendieron a la víctima, insistiendo en que éste no es momento para ofrecer opiniones desinformadas. «Mera, mano, en veldá’ yo creo que la gente no debería estar acusando al tipo este de tecato», opinó Edgardo Silva, representando evidentemente la voz de la cordura. «¡El hecho de que él anduviese a esa hora obviamente pidiéndole favores sexuales a chamaquitos con poco millaje no quiere decir que Arriaga sea un tecato!», concluyó Silva con pericial maestría.
Otros criminólogos de cafetín consultados fueron poco indulgentes con Arriaga, y exigieron sanciones severas para el periodista tras examinar cuidadosamente una foto del presunto agresor: «Ay, a mí quien me da pena es ese pobre joven», exclamó compungida Sofía Cienfuegos, quien cuenta con más de veinte años de experiencia resolviendo crímenes violentos desde el balcón de su casa. «Tiene que haber sufrido mucho en la vida, y en su casa debe pasar hambre porque sus padres seguramente son usuarios de drogas. ¡Es un abuso lo que cometió este depredador sexual, seguramente ofreciéndole dinero a cambio de sexo! ¡No en balde el indefenso muchachito tuvo que apuñalar a Arriaga venticuatro veces en defensa propia!», concluyó indignada.
Tras el esclarecimiento del móvil de tan vil crimen, los expertos criminólogos puertorriqueños trabajan afanosamente distintas teorías sobre la participación del periodista en una red de prostitución infantil mediante la cual la víctima narcotraficaba con gangas de criminales homosexuales que se dedicaban a la pornografía de animales de zoológico. Los opiniólogos dejaron claro que, a su parecer, la líder de esta abarcadora red es nada más y nada menos que Ana Cacho, la madre del fenecido niño Lorenzo. Fuentes aseguran que tan pronto Cacho confiese su participación en este elaborado esquema será fácil «sacarle» el lugar donde escondió a Rolandito y a los hermanos Colonna, lo que hará infructuosos los esfuerzos del Gobierno para encubrir estos hechos.
Por su parte, los medios informativos de la Isla le rogaron a la ciudadanía que se abstuviera de llegar a conclusiones perentorias sin contar con todos los datos. Manuel Jiménez, relacionista público de Primera Hora, hizo el siguiente llamado a la calma: «Gente, tienen que sosegarse y dejar de regar por ahí teorías descabelladas y bochinches infundados, sin haber realizado el menor esfuerzo por comprobar la veracidad de sus opiniones. Cualquiera diría que su único propósito es ser sensacionalistas y llamar la atención a como dé lugar… ¡no nos tumben el kiosko, que pa’ eso es que estamos nosotros!».