Poco tiempo después de haber acudido al programa radial de Glenn Beck y haber confundido a Corea del Norte con Corea del Sur, la flameante ex gobernadora del estado de Alaska exhortó a las autoridades federales a que «eviten que hordas de nuevos mexicanos crucen diariamente la frontera a Arizona o a Colorado» construyendo una alta muralla de retención. La también ex alcaldesa de la ciudad de Wasilla explicó que «en uno de sus par de viajes internacionales» se atrevió a visitar «ese inhóspito territorio forastero», y se sorprendió al ver que no hay puntos de cateo del Servicio de Inmigración entre Nuevo México y los Estados Unidos. «¿Seré bruta yo, o es inconcebible que el Gobierno Federal permita tan flagrantemente que se viole la santidad de nuestra extensión territorial dejando que entre cualquier mugroso extranjero que quiera?», preguntó (retóricamente, por desgracia).
La también inevitable futura ex candidata para la presidencia en el 2012 explicó que en su «viaje al exterior» notó que «los nuevos mexicanos son algo diferentes a como me los imaginaba: pensaba que serían más bien como la señora que me limpia la casa, el don que me hace el patio, o la muchacha que me crio a los nenes. Sin embargo, muchos de ellos eran blancos y hablaban hasta inglés (¡aunque con un acento rarísimo!) — todo seguramente parte de la treta para que las autoridades federales bajen la guardia, se duerman en las pajas y no erijan puntos de cateo en la frontera. ¡Quizás se creerán que como son ‘nuevos mexicanos’ en vez de los viejos mexicanos vulgares y corrientes, se merecen tratamiento diferente!», expuso doctamente la seguramente futura ex comentarista del canal Fox News.
En temas relacionados, Palin también dio su opinión sobre «el problema del estatus de Costa Rica», pero a esas alturas ya nadie le estaba haciendo caso.