«¿Cómo es posible que un grupo de chamaquitos tocando panderetas y aguantando cartelones sea algo que amerite tanto maldito guardia?», preguntó exasperado Manuel «Manolo el Sanguinario» Rodríguez, presidente de la agrupación criminal, y quien lleva orgullosamente asaltando a los transeúntes riopedrenses desde hace más de una década. «No entiendo por qué hay que tener policías estatales y to’s esos guardias de palito de Chicky Starr apostados ahí en los portones de la Iupi como si de repente esos nenes fueran a ponerse a robar carros, asaltar viejitas, o violar a mujeres desprevenidas: ¡pa’ eso estamos nosotros los CACOS!», aseguró vehementemente.
Javier «Papo Puller» Pagán, un ladrón de carros profesional, lamentó que la Policía «le faltara el respeto a la clase criminal puertorriqueña desestimándola de tal manera. O sea, desplegar tanto puerco a la Iupi a velar chamaquitos como si fuera un ‘day care‘ en vez de ponerlos a tratar de capturarnos a nosotros, los verdaderos hijueputas de este país, es francamente un insulto a nuestros esfuerzos de hacer escante y sembrar el terror en las calles. ¿Qué más tenemos que hacer para demostrarle a los cochinos que somos un grupo al cual hay que cogerle miedo? ¡Quizás los CACOS deberíamos hacer una huelga de brazos caídos y montar una demostración al frente del Cuartel General de la Policía, a ver si en ese caso nos asignan par de escuadras a vigilarnos!».
Defendiendo su decisión de dedicarle tantos recursos policiacos al asunto de la huelga estudiantil (incluso cuando eso podría restarle vigilancia a áreas con alta incidencia criminal), el superintendente de la Policía José Figueroa Sancha explicó: «Miren, no es como si yo pudiera predecir dónde se van a cometer crímenes: si pudiera, sería un guame enviar policías ahí para prevenir esas fechorías. Ahora bien, si mando pelotones de agentes a vigilar a esos manduletes pelú’s que se la pasan protestando en la Iupi, seguramente estarán en el medio de la acción… ¡porque si no había un revolú antes, seguramente se va a formar uno en cuanto lleguen mis oficiales!».