«Este estudio me ha arruinado la vida», confesó un hombre de ventiséis años que habló bajo condiciones de anonimato, pero cuyo nombre es Martín José Alemán Izquierdo porque no nos pagan lo suficiente como para estar guardándole confidencias a nadie. «Antes yo cargaba con mi vergonzoso secreto confiado en que al menos no era evidente a simple vista, pero desde que publicaron esos resultados me la he pasado oyendo a mujeres mirarme la mano y echarse a reír». Martín José Alemán Izquierdo, quien para tirarlo completamente al medio vive en la Calle Mallorca en Puerto Nuevo, aseguró que ahora no sale de su casa con sus manos descubiertas. «Pareceré un ridículo caminado por ahí con guantes aunque haga un calor del demonio», admitió el cajero del Borders de Plaza Las Américas quien trabaja el turno de la mañana, por si lo quieren ir a ver, «pero más loco que Michael Jackson no me veo, y pa’ que me digan micropénico que me digan ridículo».
«¡Sea la madre de los chinos estúpidos esos que me han cock-blockeado con su maldito estudio!», tronó Jorge Luis Prado Jiménez, un estudiante universitario del Recinto de Río Piedras quien probablemente también nos pidió que no imprimiéramos su nombre ni su concentración (Humanidades). «Antes yo podía engañar a las chicas para que no vieran este meñique de bebé que tengo en mis pantalones hasta que no fuera demasiado tarde, pero ya se me acabó ese guiso, ¿vite? Esto de que ellas puedan descubrir mis insuficiencias de solo mirarme los dedos de la mano no me gusta para nada: ¿cómo se supone que las engatuse ahora?», preguntó con zozobra el joven, quien se inventó haber sufrido una quemadura para poder llevar guantes sin que las muchachas adivinen su treta.
El hallazgo pseudocientífico fue recibido con beneplácito por la población femenina, quien celebró que ahora finalmente las mujeres también podrán juzgar superficialmente los atributos sexuales de los hombres tanto como estos lo han hecho con ellas desde tiempo inmemorial. «Toda mi vida los muchachos me han ignorado por ser más plana que una tabla de planchar», explicó Roberta Castromán, una mujer que, a todas luces, ha de ser tremenda nadadora. «De solo una mirada podían ver de lo que carezco y echarme a un lado… ¡y es un éxito que ahora yo también pueda ver fácilmente quién tiene un manicito y descartarlo inmediatamente!». La fémina aprovechó la ocasión para sentenciar: «Y que quede claro que todo hombre que veamos todo el tiempo usando guantes o con las manos en los bolsillos se estará choteando a sí mismo como teenie-weenie… ¡así que ni traten, chicos!».
Yeong Kim, el investigador de Corea del Sur quien encabezó el importantísimo estudio (seguramente luego de haber hallado la cura para el cáncer y el SIDA), expresó: «Coleanito sentilse glandemente olgulloso que su tlabajo sel tan bien lecibido pol mujele de todo el planeta. Coleanito estal halto que mujele leílse de Coleanito pol tenelhlo chiquito pelo juguetón: ¡ahola también podlán jodelse todo lo otlo homble del mundo!», exclamó el científico con una sonrisa vengativa.