Steenbakkers, de ascendencia holandesa, fue ultimado en el transcurso de un car-jacking el domingo 24 de junio, y a escasos días del incidente ya sus dos asesinos habían sido arrestados sin derecho a fianza y se exponen a la pena de muerte. Sin embargo, al hombre que atropelló a la joven de ascendencia dominicana Francheska Duarte y causó que tuvieran que amputarle ambas piernas solo se le adjudicó el delito menos grave de «lesión negligente». Miembros de la comunidad dominicana indicaron que «si el apellido de ella hubiera sido ‘Düaartee’ en vez de ‘Duarte’, seguramente a su agresor lo hubieran tirado en una fosa en vez de esencialmente haberle dado un mantecado Payco».
Para evitar futuras violaciones de derechos civiles, miles de dominicanos alrededor de la Isla han optado por cambiar sus nombres «para que suenen más a guaynabito blanquito o a turista europeo, a ver si entonces el sistema judicial nos hace más caso». Pedro «Chichí» Vázquez, de ahora en adelante conocido como «Piet Verhoeven», aseguró que «ya que no tengo nombre de verdulero quisqueyano no temo que la Policía siga parándome en cada esquina para ver si tengo mis papeles en orden. Escogí ese nombre porque ‘Piet Verhoeven’ no suena a alguien con problemas migratorios, ¡sino a alguien que dirige películas de acción ochentosas!».
Doña Altagracia «Tatica» De La Cruz, quien recientemente se cambió el nombre a Didrika Maarschalkerweerd, explicó que ahora dormirá tranquila sabiendo que si su novio la arrollase, el juez que atienda el caso le dará la pena máxima. «Claro que, para que el sistema judicial no me desampare como suele hacerlo, solo tendría que asegurarme de quedarme calladita en la corte», opinó Didrika pensando en voz alta, «¡porque si abro la boca y el juez oye este acento, no habrá nombre de blanquita europea de alta alcurnia que me salve!».
Por su parte, Héctor Pesquera, Superintendente de la Policía, negó que la uniformada tuviera sistémicos problemas de discriminación contra «esos cochinos indocumentados», y rechazó que fuera necesario que ellos se cambien los nombres «porque ponerse apellidos con muchas vocales contiguas no les va a quitar la cara de dominicano». Además, Pesquera puntualizó que si el caso de Stefano se esclareció rápidamente no fue por su ascendencia holandesa, sino porque el joven logró comunicar la tablilla de sus atacantes y porque el caso lo investigó la FBI. «Chacho», concluyó el Superintendente en un derroche de honestidad, «¡si ese caso nos hubiera tocado esclarecerlo a nosotros, todavía estaríamos tratando de averiguar cómo rayos se escribe ‘Steenbakkers’!».