El representante, quien en el 2009 se dio el valor que él mismo se cree que se merece al hacerse una tarja honrándose a sí mismo por la friolera de 23 mil dólares tuyos y tuvo los cojones de lamentarse por perder los pagos de su celular y comiditas gratis en la cafetería del Capitolio, aseguró que otra tarjita lo contentaría: «Yo creo que eso saldaría la deuda del Pueblo conmigo y toda la legislatura: que me dejen hacerme otra plaquita. Si hacen eso y me la ponen en la entrada del Capitolio, estamos. ¡Pero la tengo que escoger yo!», sentenció.
El Pueblo presentó la contraoferta de que seguirán votando por él no importa lo que diga o haga, tal como ha sido hasta ahora. Este respondió que lo consideraría.