El estudio, realizado por el Colegio de Connecticut y no, increíblemente, por el Instituto Checo de Investigaciones Baladís, comparó cuán rápido distintas ratas atravesaban un laberinto cuando su incentivo eran galletas Oreo versus galletas de arroz (tan sosas y desabridas que aparentemente ni las ratas las quieren). Los resultados de las ratas motivadas por las deliciosas golosinas de chocolate y crema fueron similares a los de otro experimento en el cual las ratas estaban motivadas por una inyección de cocaína versus una inyección de agua salina. «De más está decir», explicó uno de los investigadores, «cuando la recompensa era o galletas Oreo o un pasecito de coca, las ratas iba volando bajito como alma que lleva el Diablo. ¡No quiero ni imaginarme cuánto más rápido hubieran ido si también las hubiéramos tentado con un vasito de leche bien fría pa’ donquear las Oreos!».
Este quizás-no-tan-sorprendente hallazgo propició que Jorge Santini invirtiera gran cantidad de sus ahorros en la compañía que manufactura las adictivas golosinas. «¿Una sustancia que envicia a la gente tanto como cierto estupefaciente cuyo nombre no mencionaré, pero que es legal y que se consigue en cualquier supermercado?», preguntó maravillado el exalcalde capitalino. «Sign me up for THAT shit!«, exclamó con manos trémulas y pómulos sudorosos. Ahora que es uno de los mayores accionistas de Nabisco, Santini planea someter sugerencias para la fórmula de las deliciosas golosinas. «Digamos que si mezclamos la cremita blanca de las Oreo con otro ‘ingrediente secreto’ del mismo color, entonces tendremos en nuestras manos un producto doblemente adictivo», intimó Santini, adelantando que la línea de productos no solo contará con las populares «Double Stuf Oreos» y las vomitosas «Candy Corn Oreos«, sino también con las nuevas «Devil’s Dandruff Oreos».