La dimisión de Pesquera puso punto final al bromance entre él y García Padilla, quien luchó contra viento y marea (y lógica) para que Pesquera permaneciera al mando del cuerpo policiaco. Escuchando la canción «Que me la pegue, pero que no me deje» y comiéndose medio galón de Häagen Dazs de chocolate chip cookie dough, se le oyó al gobernador preguntarse «¡Oh! Y ahora, ¿quién podrá defendernos?» y clamar «¡No te me vayas, Pesqui!» entre amargos sollozos.
Aún no se sabe a ciencia cierta quién reemplazará a Pesquera como superintendente de la Policía, pero muchos ya han escuchado a García Padilla refunfuñar que «quien quiera que sea no poseerá la astucia de Pesquera, ni sus años de experiencia como administrador, ni su barbita acicalada y sedosa».