Morality in Media fue ligeramente relevante hace varias décadas, cuando intentó infructuosamente de hacerle la vida cuadritos a programas como «No Te Duermas» acusándolo de ser chabacanos, vulgares, y llenos de sexualidad (logrando así solo aumentarles la teleaudiencia). Sin embargo, no contenta con permanecer en el olvido de la irrelevancia, la organización ha vuelto a resurgir, esta vez al darse cuenta de que la palabra «Crimea», de repente en boca de muchos periodistas reportando sobre el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, tiene un «cierto olorcito a guachafita, relajito y jovialidad que no podemos permitir que exista de ninguna manera en nuestros medios de difusión».
El comunicado de prensa emitido por la agrupación de autodenominados defensores de la moral puertorriqueña presentó su queja: «No podemos permitir que los periodistas boricuas sigan hablando de ‘Putín’ pa’quí y ‘Putín’ pa’llá. Nadie les cree el cuento de que Rusia tiene un temible cuasidictador über macharranístico que se come los nenes crudos cuyo nombre es ‘Putín‘: ¿en qué cabeza cabe eso?». Sin embargo, luego de verificar que en efecto ese es el apellido del presidente ruso, otro comunicado aclaró: «Habiendo constatado la veracidad del desafortunado apellido del mandatario ruso, exigimos que los medios se refieran a él como ‘Prostitutín’, ‘Ramerín’, o, en el peor de los casos, ‘Corbejín'».
La organización, empero, no detuvo ahí su protesta: «¿Por qué nuestros noticieros insisten en proseguir hablando de esa península ucraniana con un nombre tan chabacano? ¿No pueden mejor dar noticias de lugares de mayor relevancia mundial, y con nombres más píos, como Santa Cruz, San José o El Vaticano? Es evidente que estos periodistas sinvergüenzas aprovechan la más mínima ocasión para inyectar palabras soeces en nuestras ondas de comunicación, donde las puede oír cualquier niño impresionable, o peor aún, alguna persona religiosa de delicadas sensibilidades. ¿Qué se supone que hagamos? ¿Simplemente cambiar la emisora y dejar de enhocicarle nuestra moralidad a los demás?».
Notando la inusitada y efímera atención de la prensa, Morality in Media aprovechó la ocasión para pedir que las emlsoras locales dejen de referirse a «lugares que ciertas personas decorosas y sensibles podrían encontrar de mal gusto», entre estos: «las Tetas de Cayey», «Maricao» y «Carolina».