La gira de seminarios, titulada «How to Not Let Your Pickle Get You in a Pickle», se concentrará no tanto en cómo no endrogar mujeres y tener sexo con ellas mientras están inconscientes (¡algo que haría el curso demasiado corto y útil!), sino en cómo elegir la droga perfecta («tanto para que no se despierten a mitad de violación, como para que no se acuerden de cómo arruinaste su vida de la manera más ruin imaginable») y, quizás lo más importante, cómo eligir a la víctima perfecta («o sea, una mujer que se sienta honrada de que le estás haciendo caso; alguien quien, a pesar de toda la evidencia, rehúse creer que eres un hijuelagranputa violador de mierda que merece que le den un lorenabobitazo y lo obliguen a escuchar a Jessica Cristina cantando reggaetón las 24/7»).
El Vaticano decidió que el curso sería de gran provecho para sus párrocos, muchos de los cuales, a pesar de ser alegados representantes de Dios en la Tierra y de pasársela criticando la vida íntima de todo el mundo, parecen ser incapaces de dejar de toquetear y abusar de menores de edad. «Si no podemos evitar que nuestros curas violen la confianza de nuestros feligreses al violar a sus hijos», confesó Giuseppe Sfiorabambini, relacionista público de la Santa Sede, «tendremos que conformarnos con que al menos nadie los agarre con le mani nella massa, como decimos en mi barrio». Los curas que han revisado el currículo propuesto de Cosby ya le han enviado a este algunas preguntas para asegurarse de que el curso se adapte a las necesidades específicas de la Iglesia Católica, entre estas: «¿Sus tácticas solo aplican a mujeres adultas, o también valen para, qué sé yo, niños prepubescentes?»; «Cuando usted habla de ‘endrogar la bebida’: ¿se puede usar vino de comunión?» y «¿Cuáles son sus técnicas para ser tan carifresco e impenitente y seguir por ahí de lo más campante, cuando sabe que lo que ha hecho es la cosa más mezquina y bajuna que uno puede hacerle a otro ser humano?».
Representantes de otras sectas cristianas criticaron la movida de la Iglesia Católica de apoyar tan contundentemente la gira de Bill Cosby. «¡Debería caérsele la cara de vergüenza a nuestros hermanos papistas!», tronó el reverendo Jonathan Meechum, de la Primera Iglesia Bautista de Bumblefuck, Kentucky. «¡Acapararon todos los boletos y nos dejaron al resto de nosotros en la prángana!».