«¡Ya está bueno de tanto abuso!», declaró hastiada la Isla de Puerto Rico. «Todavía no me he recuperado del paso indirecto del huracán Irma, y ya estoy viendo proyecciones del huracán María que no me gustan para nada. ¿Para qué continuar aquí en el medio del Caribe y seguir siendo blanco fácil de cuanto sistema meteorológico le dé la gana de seguir azotándome — y pa’ colmo seguir, sufriendo de estos calores endemoniados? ¡N’homb’e, no!». Acto seguido, se reportó que la ínsula caribeña empacó sus motetes y compró el primer boleto de avión en dirección a Orlando, «que aparentemente debe ser un paraíso terrenal, a juzgar por el gran número de mis habitantes que ya se fueron pa’llá».
No se sabe cuándo llegará la Isla de Puerto Rico al estado de Florida, o cómo logrará instalarse en lo que a todas luces es una masa terrestre ya completamente ocupada, pero lo cierto es que millones de boricuas celebraron la movida. «Yo me iba a mudar pa’ Orlando ya mismo énigüei», confesó Nazaré Fernández, «pero si se va la Isla completa, ¡mejor, porque me ahorro los chavos y el dolor de cabeza de tener que empacar!». Solamente los residentes de Vieques y Culebra están en veremos, porque aún no saben si formarán parte de la mudanza de bienes raíces. «Todo depende de si JetBlue me permite meterlas como carry-on«, explicó Puerto Rico, refiriéndose a la Isla Nena y a Como Rayos le Digan a Culebra, «¡porque la madre mía va a meterlas en la maleta y pagar por el sobrepeso!».
Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que la Isla de Mona no formará parte de la relocalización isleña: «A esa la voy a dejar pullú’a allá en el Caribe y se va a quedar solita: ¡ella sabe lo que hizo!», sentenció Puerto Rico con un tono que indica hay un chismecito jugoso detrás.