«Aquí, en el Califato Cristiano Sureño, las cosas se hacen de cierta manera», proclamó el senador Southerland, quien de paso tiene el apellido más estereotípico de la política americana. «Esa manera es estrujarle la Biblia a todo el mundo en la cara y ponerla en un pedestal como libro del estado. Al que no le guste, pues me parece que le aplica Tesalonicenses, Capítulo 1, Versículo 9: sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor. Así que se van para la tierra de pecadores que es Nueva York, o los llevamos a la presencia del Señor», aseveró.
Empezamos a cuestionar la constitucionalidad de su propuesta ley, pero este nos interrumpió diciendo: «You ain’t from around here, are you, boy?«, mientras sacaba una pistola de su chaqueta y nosotros cogíamos la juyilanga antes de que nos reuniera con su Señor.