«Estábamos bien esperanzados, porque todo parecía estar saliendo de maravillas», explicó Beth Kallmyer, portavoz de la Asociación de Alzheimer’s. «Después que les enviamos por correo a los pacientes tanto los transmisores como el manual de usuario, nuestros sistemas identificaron inmediatamente sus respectivas localizaciones. Todo estaba funcionando perfectamente», aseguró, mientras mostraba en una pantalla un mapa en el que se identificaba el punto exacto en el que se encontraba sólo el transmisor tipo pulsera que debía estar en la muñeca de uno de los pacientes. «Comenzamos a sospechar que algo andaba mal cuando nos dimos cuenta de que todos [los pacientes] llevaban 37 horas sin moverse de sus salas. Eso nos estuvo medio raro, pero pensamos que era que se habían quedado viendo un maratón de Lost por cable TV, o algo así», argumentó Kallmyer. Al preguntársele sobre la razonabilidad de su conclusión, la funcionaria contestó que en su opinión experta, esa posibilidad era más que razonable: «¡Claro que es lógico! O sea, ¿qué otra cosa si no Lost iba a estar viendo un paciente de Alzheimer’s? Hello?«, preguntó desafiante.
La funcionaria añadió que finalmente se dieron cuenta de la magnitud del problema por pura casualidad, mientras reportaban a los familiares de uno de los paciente el impresionante progreso alcanzado: «Estábamos hablando con la hija de Doña Cayita sobre cómo habíamos podido monitorearla en todo momento y de lo bien que se estaba portando, y uno de nuestros investigadores le preguntó que por qué a la viejita le gustaba tanto ver televisión. Entonces ella nos miró medio extrañada, y nos dijo que desde hace ya diez años que Doña Cayita no recordaba que tenía televisor. Tan pronto nos dijo eso supimos que algo andaba mal y dimos parte a las autoridades», reveló, demostrando un gran nivel pericial.
A pesar del desastroso resultado, Kallmyer defendió el proceso de entrenamiento de pacientes, el cual describió como uno muy riguroso: «Fuimos sumamente cuidadosos al entrenarlos para el programa. Nos aseguramos de que todos los pacientes entendieran cómo ponerse el transmisor por las mañanas antes de salir a perderse por ahí», alegó la funcionaria, añadiendo que «a pesar de que todos nos miraban como si estuviesen perdidos, nadie tuvo preguntas. De hecho, mientras les explicábamos cómo ponerse el transmisor, todo el mundo estaba bien concentrado y nadie habló absolutamente nada. Fue un grupo excelente, bien disciplinado. Se les notaba que estaban bien entusiasmados con el programa. ¡Se estaban babeando de la emoción!», recordó Kallmyer. «Honestamente, no sabemos qué pudo salir mal. Si hasta nos aseguramos de colocarles a cada uno de los pacientes un sofisticado dispositivo que les recordara ponerse el transmisor por las mañanas», apuntó, mientras mostraba el ingenioso y tecnológicamente avanzado nudo recordatorio amarrado a su dedo índice.
Por su parte, las autoridades reportaron que los esfuerzos para dar con el paradero de los pacientes perdidos han avanzado lentamente debido a que la ciudadanía no está cooperando con la investigación: «La verdad es que se nos ha hecho bien difícil encontrar estos pacientes porque la gente simplemente no nos está ayudando», apuntó preocupado John Mohonson, teniente de la policía estatal. «Hemos concentrado nuestra búsqueda en ancianitas que aparenten estar más perdí’as que una neurona en la cabeza de Maripily, pero cada vez que vemos a alguien con esas características y nos acercamos para pedirles su identificación, las muy malcriá’s simplemente nos ignoran y siguen caminando como si con ellas no fuese la cosa», lamentó Mohonson indignado. «No comprendemos qué puede estar pasando. Hay que estar bien demente para reaccionar así», concluyó el teniente.