«Ya no se nos puede acusar de ser permisivos para con nuestros hermanos sacerdotes que han pecado con algún muchachito lengüilargo», aseguró satisfecho Giovanni Scoparagazzi, el relacionista público del Vaticano, refiriéndose a la orden papal de que se le ponga una campanita a los párracos pedófilos. «Con esta directiva, proveniente directamente del Santo Padre, nos estamos encargando de que sea fácil que los monaguillos más seductores sepan por dónde viene el cura, y así puedan huirle a tiempo. ¡Ahora cualquier nenito que venga con lloriqueos de que lo manoseó algún cura, sabremos que fue porque le dio la gana de no escapar de sus alcance!».
La directiva también fue acompañada de una «fuerte sugerencia» de que se identifique a los curas agresores con una calcomanía estilo «Hello, My Name Is» que indique su nombre y una advertencia para la feligresía. «Por ejemplo», explicó Scoparagazzi, «el Padre Murphy de Wisconsin, quien abusó de más de 200 niños sordos, deberá andar con un sellito en su sotana que rece así: ‘Salve! Meum nomen est Pater Murphy. *Caveat! Pote te abusare!‘. Con esa clara advertencia en latín (el idioma oficial del Vaticano y por ende de Dios), más vale que ningún otro nenito sordo venga con balbuceos incomprensibles de que Murphy lo sobeteó. Y por si las moscas, el texto deberá estar igualmente en Braille, para que los nenitos ciegos estén a salvo también y sepan que deben mantenerse alejados del párroco en cuestión. ¡Espero que ahora les conste que cuando la Iglesia Católica actúa, actúa de verdad!».
El Papa Benedicto XVI ordenó esta medida «preventiva y seguramente innecesaria» par de semanas después de su visita a Gran Bretaña, donde admitió haber experimentado «gran sorpresa y tristeza» al enterarse de los abusos cometidos por algunos sacerdotes — ¡bueno, tan «sorprendido» como puede estar alguien quien por años ha sabido de dichos abusos y quien ha incluso protegido al menos a uno de los agresores!
El Santo Padre defendió su presunta permisividad e inacción crasa diciendo que la filosofía del Vaticano era de ofrecer «comprensión y perdón» a estos sacerdotes quienes «sufren de una aflicción que no escogieron voluntariamente». Al increparle que por qué entonces la política oficial de la Iglesia es de rechazar a los curas homosexuales, Su Santidad replicó airado: «¡Deja de tratar de entramparnos con nuestras propias inconsistencias!». Benedicto XVI insistió que «mi orden de ponerle una campanita avisora a los párrocos acusados de abuso sexual es lo más que podemos hacer al respecto». Cuando se le preguntó si un paso mayor no sería simplemente expulsar del sacerdocio y excomulgar a los padres pedófilos, el Papa admitió: «Ok, ok, bueno… esto es lo más que vamos a hacer al respecto».