«En esta isla no cae una gota de agua que no sea, de alguna manera, parte del plan de Dios para enseñarnos cómo nos estamos apartando de Su camino», aseguró el pastor Zacarías Nieves mientras revisaba el radar. «De hecho, el Holy Doppler aquí muestra un frente frío moviéndose hacia el área del Caribe que se topa con una zona de alta pecámina y bajo arrepentimiento. Esto traerá fuertes aguaceros e inundaciones –no porque estemos en época de huracanes y esto sea de esperarse, sino porque el Señor nos está dando un amansaguapo celestial. ¿Cuándo vamos a aprender nuestra lección, boricuas?», preguntó el religioso. «¡Y me refiero a ser más devotos, no a dejar de construir en zonas inundables!».
«¡Tenemos que arrepentirnos, pueblo de Puerto Rico, y es ya!», tronó píamente la reverenda Rocío Monzón. «Por ahora Jehová solo nos está enviando agua y truenos, pero si seguimos pecando, empezará a mandar fuego, y esos van a ser otros veinte pesos». Al inquirir si Jehová, a su parecer, tiene la misma tendencia de lanzar rayos a la Tierra cuando está molesto que el dios griego Zeus, la pastora replicó: «¡Esa pregunta me ofende! ¿Cómo vas a comparar el cristianismo, una religión hecha y derecha, con la mitología griega? Según esa creencia pagana, una deidad todopoderosa podía preñar a una mujer humana, el fruto de cuya unión era un hijo quien, aunque mortal, tenía poderes sobrehumanos. ¡Qué cosa más ridícula, por Dios!».
El sacerdote Francisco González también se unió al clamor de los otros líderes religiosos / climatólogos aficionados (a pesar de no contar con un apellido digno de meteorólogo como «Nieves», «Monzón» o «Soltero»). «Cada vez que un bebé es abortado, una pareja usa anticonceptivos, o peor aún, dos homosexuales se casan, invitamos la ira del Señor», opinó el cura. «¿Por qué nos sorprende que seamos castigados año tras año con temblores, tsunamis y huracanes, si no acatamos los mandatos divinos, y más importantemente, los de la Santa Iglesia Católica?». Al preguntarle cuál es la diferencia entre un sacerdote predicando castigos celestiales como él y un chamán africano semidesnudo gritando que su deidad pagana castigará a los miembros de la tribu si no lo obedecen, el párroco respondió parcamente: «La sotana».