La entrada del blog satírico expone 19 razones que confirman que la mujer debe cocinarle a su marido, entre estas que dicho acto hace sonreír a Jesús; que las mujeres están preprogramadas para cocinar; y que por más feas que sean, las mujeres siempre se ven bien con delantal. Sin embargo, el argumento que más sensación causó fue el que teorizaba que el hombre que aprendiese a cocinarse por su cuenta miraría con desprecio a su mujer y podría considerar otras opciones románticas (quizás con otros hombres que también hayan descubierto su amor por las artes culinarias). El artículo hace la salvedad, claro está, de que cocinar a la parrilla en el patio trasero todavía puede considerarse una actividad viril, presumiblemente porque después de que exista el riesgo de comenzar un incendio, causar una explosión o perder un ojo, eso es cosa de machos.
«Cuando yo me casé», rememoró Don Esculapio Torres, quien en sus cuarenta años de casado jamás realizó labor doméstica alguna, «el matrimonio era un acuerdo sencillo en el cual las dos partes salían ganando. Por un lado el hombre se comprometía a seguir saliendo con sus amigotes y bebiendo como le dé gusto y gana, sin tener que ayudar en la casa; y por el otro lado, la mujer tenía la satisfacción de atender a su marido y de no haberse quedado jamona. Ahora estas feministas modernucas se la pasan insinuando que los hombres debemos también cocinar y lavar platos, pero como leí en Intelné’ que eso me podía cruzar los cables, ¡ahora sí que no cocinaré ni loco!», exclamó Don Esculapio, contento de haber encontrado respaldo a sus excusas baratas. «¿Ese artículo no dice algo también de cómo el hombre puede convertirse en gay si la suegra viene a visitar mucho?».