«Pues na’. Para nada extrañando la mierda que habla Mami de la… sniff… vecina… cada vez que… sniff… llama», expresó Rosaura Meléndez, residente de Nueva York, haciéndose la más fuerte y la más complacida con no tener que escuchar sobre Doña Eustaquia cada vez que su mamá la llama. «Siempre me saca cuando Mami habla de Eustaquia. ¿A quién carajo le importa? Pero admito que me gustaría escuchar qué hizo la doñita esa durante el huracán. Sí, eso. Por Mami yo no me preocupo, yo sé que ella está de lo más bie– ¡¡¡BUAAAAH!!!», lloró Rosaura, delatando que en verdad, solo quiere confirmación que pasó bien el huracán por allá en Guayanilla.
«Pues han pasado un par de días sin saber de la familia, pero todos estaban muy bien preparados cuando hablé con ellos la noche del martes. Así que no me agito. Total, cuando llame, el viejo lo único que va a querer hablar es del… sniff… ehem… carro», relató medio ataca’o Carlos Pérez, residente de Connecticut, quien, al igual que muchos, no ha sabido nada de la familia por allá en Cabo Rojo desde que pasó el huracán. «Chacho, lo más seguro se pasó mirando por la venta a ver si algún panel de zinc zafa’o le dio al carro. ¡Ese es Papi! ¡Siempre pega’o del carro ese! Énigüei, ya hablaremos de eso cuando me llame, a su conveniencia, cuando tenga comunica– ¡¡BUAAAAH!!», gimió Carlos.
Ahora, en serio, este periódico desea que pronto puedan comunicarse con sus seres queridos. Sabemos que ustedes son débiles y no están siendo tan cool y mesurados ante la falta de comunicación con la familia como lo estamos siendo nosotros sus sniff… corresponsa– ¡BUAAAAAAH!