«Mala mía, ¿vite?», se disculpó Roberto Palomares, quien fue una de las personas envueltas en el incidente que ocurrió en una oficina de Colecturía en Río Piedras. «Es que estaba leyendo en Tuítel sobre los ataques de los muertos vivientes alrededor de la Isla, y cuando me fijé en la tipa que estaba dizque atendiendo al público, me percaté que apenas se movía, tenía la mirada lela, y se la pasaba murmurando algo en voz baja. Yo asumí que era una zombi repitiendo su mantra de ‘ZERREBRROOOOS… ZERREBRROOOS…’, pero fue luego de darle un sillazo que me enteré que lo que repetía era ‘Mi amol, eso no es aquí… Mi amol, eso no es aquí…’. ¡Se vive y se aprende!».
Las autoridades le imploran calma a la ciudadanía para evitar incidentes similares de violencia innecesaria, y recomiendan que, antes de atacar a un presunto muerto viviente, intenten entablar una conversación con él o ella. Si comienza a hablar exclusivamente sobre cerebros, es un zombi; si por el contrario termina hablando de política y/o de mierda, es un puertorriqueño vulgar y corriente.