«Queremos velar a Junito en la posición en que más lo veíamos: acostado y no haciendo tres carajos», explicó la madre del «Muerto Acosta’o», María Martínez. «Nos inspiramos en esas otras familias puertorriqueñas que pidieron que embalsamaran a sus hijos en poses que reflejaran cómo lucían ellos en vida, y ciertamente tira’o en el sofá sin hacer nada es la mejor manera de rememorar a Junito». El joven que pasó a mejor vida (¡aunque aparentemente su vida terrenal fue bastante buena!) tuvo varios trabajos durantes sus cortos 25 años: técnico de servicio en la Telefónica; trabajador de ventanilla en una oficina de Colecturía; y de asistente en una sucursal del Departamento de Transportación y Obras Públicas: «¡Sería bastante certero decir que este bambalán no dio un tajo en toda su vida!», exclamó Miguel Martínez, su padre.
El Sr. Martínez contó cómo luego de pasar par de años brincando entre una oficina gubernamental y otra, Junito se reportó al Fondo del Seguro del Estado por tener «dolor crónico del dedo índice» (causado por marcar demasiados números telefónicos en sus distintos trabajos de oficina), y por ende pasó los últimos años de su vida tirado en un sofá o en su cama, «durmiendo, jugando PlayStation, o intentando tenazmente de preñar a la mitad de las muchachas del vecindario… ¡aunque afortunadamente ni pa’ eso era bueno!». El finado será velado en su casa, con su cadáver postrado en el sofá de la sala y con un control de PlayStation en su mano derecha y su mano izquierda metida en una bolsa de Cheetos. «Y por eso de completar el cuadro, tratamos de convencer a una de sus jevas a que posara acostada a su lado», aseguró el padre, «pero por alguna razón ninguna accedió a hacerlo».
Por su parte, los padres del muchacho que fue velado en motora tildaron a los padres de Junito de ser «unos sucios copiones que lo que están tratando es de steal our thunder: ¿cómo se atreven ellos a ser tan cafres y abaratar el duelo de nuestra familia velando a su hijo en una manera tan sensacionalista y chabacana?».